el primer movimiento. En la persona de Goliat, un gigantesco guerrero de Gat que combatía como mercenario, los filisteos tenían una formidable ventaja psicológica. Podría ser posible que fuera descendiente de los anaceos, aquellos canaanitas que infundieron temor en los corazones de los espías enviados por Moisés a Canaán cuatrocientos años antes. De nuevo, los hombres de Israel se sentían como “langostas” ante ellos (Números 13:33). A medida que leemos la descripción de Goliat, es lógico que simpaticemos
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